El Maravelí
Ganador de la beca nacional de creación musical de IDARTES
Ganador de la residencia en Francia 2014, Alianza Francesa, IDARTES, Embajada de Francia
Este proyecto es un recital comentado que pretende narrar y homenajear la historia de los pueblos Afro y Emberá del pacífico Colombiano; su biodiversidad, música, literatura y tradición oral mediante obras compuestas para el lenguaje de la Guitarra Solista,
con el fin de crear una conexión entre el público y la música mediante la narración de estos cuentos.
Estas composiciones para guitarra están basadas en ritmos tradicionales del pacífico Colombiano como el porro, currulao, bunde, tamborito, y diferentes visiones e interpretaciones de estos géneros.
La socialización del proyecto se crea mediante la publicación de un librillo que contiene los cuentos ilustrados por Javier Berján. Traducidos al Ingles y Frances, y un disco con el audio de las obras y paralelamente se está desarrollando un página Web donde se encontrará toda la misma información mas la partitura para guitarra, todo descargable.
Durante su creación fue asesorado y revisado por los maestros Hugo Candelario, que es uno de los músicos más destacados dentro de las músicas tradicionales Colombianas y Clemente Diaz, uno de los guitarristas y compositores que originaron y desarrollaron el repertorio de la guitarra Clásica en Colombia.
Antúmia.
Los Antumiá son como una persona grande pero
tienen pelo largo en el cuerpo y en la cara también, los llaman monstruo del
río, tienen forma de hombre con cara de perezoso y con
cuerpo negro y peludo como el perezoso, Se asegura que
antiguamente sólo los Antumiá-diablos eran Jaibanás
que les enseñan a valerse para sobrevivir, Así lo corroboran los
mitos sobre el origen del Jaibanismo, son frecuentemente los guardianes
del Jaibaná y en salen del río en su
protección del mismo modo si su Jaibaná se los ordena pueden causar el
perjuicio a su enemigo, viven en las riveras de los ríos y toman la forma de
Puercos de monte. En español los negros
los denominan “Madre de agua”.
Kosasá de Lloró (Lucha contra un Jaibaná poderoso)
Narra la transformación de un hombre común y corriente en un hombre de poder, un Jaibaná o “Verdadero hombre” Ventura adquiere un dominio sobre elementos mágicos y naturales del mundo que lo rodea, gracias a que atraviesa en forma satisfactoria un serie de pruebas a las que es sometido por fuerzas o instancias superiores. Entre estas pruebas podemos encontrar las siguientes: Lucha con un jaibaná poderoso (Kosasá de Lloró), enfrentamiento y destrucción de los espíritus aliados del jaibaná opositor (Antumia, El diablo Kirapauramiara, el Careverde y Onasí), por medio de la traslación a otros niveles del mundo donde se obtiene sus propios aliados y los conocimientos y consejos que le dan el dominio de los elementos naturales, su cuerpo se queda en el mundo y adopta la forma de un Tatabro (Pacari) o una Danta (Venado) mientras su espíritu es confrontado por una serie de retos como, no comer ciertos alimentos, o no desear una mujer o curar una enfermedad, y si llegase a perder la prueba perdería la oportunidad de recuperar la forma humana. Y si supera su estadía en el mundo de los espíritus podría confrontarse con un Jaibaná poderoso”
Bunde Chigualo
En el litoral del Pacífico se acerca al currulao y conserva el nombre de bunde solo como forma de canto utilizado en los velorios de niños negros y que tiene el carácter de canción lúdica. La denominación de bunde se extiende también al festejo fúnebre al rito completo que lo informa.
Numerosísimas canciones del repertorio de este litoral, que son cantos del folclore lúdico (rondas de juego) se bautizan con el nombre de bundes. Así el "chocolate", el "punto", el "trapicherito", el "florón", "la pelusa", "Jugar con mi tía", "adiós tía cotí" "el laurel", etc.
Estos cantos cuando se aplican al festejo de funebria de negros adultos, reciben el nombre de Chigualos. El bunde es un rito fúnebre, una forma de culto a los muertos, en el cual el dolor por la pérdida del ser querido se va transformando en motivo de regocijo, en alegría a causa de la entrada del alma del niño muerto en el reino de los espíritus. Ataviado el cadáver del niño y colocado el guando o caja sobre una mesa, o bien, colgado como en un columpio, la gente en marcha procesional y en ritmo lento que conjuga tres pasos adelante y dos atrás, se acompaña con el canto típico llamado gualí o chigualo.
El Sol y la Luna
El Sol y la Luna eran marido y mujer. Un día el vecindario resultó con el chisme de que la Luna acababa de ser madre de las Estrellas que hay en el cielo. Sin darse cuenta el Sol de lo que acontecía en su casa porque venía de la Tierra, se alarmó y puso en confesión a su señora. Tenía razón, porque lo que se comentaba pasaba de castaño a oscuro. La Luna, respetuosa dé su honra, se dísculpó de lo lindo. Puso testigos de su comportamiento, y Viento, Lluvia, Nube, Relámpago y demás elementos, tuvieron que declarar. La averiguación se demoró mucho, pues, siendo el problema delicado, nadie deseaba mezclarse en asunto de esa clase. El que sabía alguna cosa se mamaba, o enmudecía como un pez. Como en el palacio del Sol no se logró saber nada, se llevó el problema adonde Dios, que estaba observando todo sobre el pico de un monte. En el cielo, frente a San Pedro que hacía de secretario, se oyeron declaraciones que separaron el matrimonio. Dios los condenó a vivir arriba, encima del aire, uno detrás de otro, alumbrando a los hombres, pero sin verse cara a cara.
El Maravelí. (Buque fantasma)
En la costa pacífica colombiana
existe la leyenda del buque Maravelí, que en forma misteriosa viaja por las
noches en el Océano Pacífico, según los bogas y algunos Pescadores ven este
buque fantasma en los días de la Semana Santa: sube y baja con las olas y huye
de los tifones violentos, lleva lámparas amarillas con candelas en el palo
mayor. Su luz refulgente es de tal intensidad que enceguece a los animales,
hiela la sangre de los hombres y daña los sembrados, según las gentes, tiene
como mil brazas de largo, quinientos pies de eslora, una gran manga, ochenta
pies de puntal y una velocidad incalculable.
Se cuenta que en el Maravelí se hacen fiestas misteriosas con bailes
siniestros, diversiones de aquelarre, música con instrumentos antiguos, y se
escuchan gemidos, cadenas, seres que lloran y maldicen, gritos profundos en un
ambiente de misterio y desolación.
El Buque Fantasma lo han visto los marinos de Tumaco y los bogas de
Barbacoas. Existe la creencia de que es la proyección de un buque que hizo
tráfico de esclavos en la época colonial; otros relatan que es el fantasma de
un buque que cargaba las riquezas que se obtuvo de las explotaciones del caucho
y del cacao de las regiones de la Amazonía, el Putumayo y el Caquetá, y que se
hundió en el Pacífico con toda su tripulación.
Existe la creencia de que quien mira de cerca el Maravelí se enloquece,
o queda ciego, o muere lanzando gritos espantosos; los perros aúllan y los
animales corren presos del terror. El Buque Fantasma viaja sin descanso a toda
máquina, estremece los bosques de manglares y llena de misterio la naturaleza.
Es el terror de las gentes del litoral pacífico.
(tomado de Mitos y Leyendas
afordescendientes)